29 septiembre 2006

Bendita Envidia Sana


Bienaventurados mis imbéciles porque hoy es el día. Que mala que dicen que es la envidia y que poca razón tienen aquellos que sufren al tenerla.

Hace algunos días me llamó un amigo, de esos de los que no puedes huir jamás porque se han convertido en una parte de tí. Me llamó con emoción, alertado por una alegría y nerviosismo incontenido, solo para decirme que iba a cubrir una vacante de profesor en Sevilla. Cuando descolgué el teléfono ya me invadía la alegría de saber para que me llamaba. Me hizo esbozar la sonrisa que llevaba buscando toda la mañana y que me había arrancado el dolor de cabeza. Menudos maravillosos cinco minutos que me hizo pasar. Al colgar, la sensación de alegría fue dejando un hueco a eso que llaman envidia, a esa que califican como sana y que nunca desaparece de nuestra vida por muy bien que esta vaya. En ese momento el dolor de cabeza vuelve a arrancar de mi rostro la sonrisa lograda por mi amigo y mi conciencia se vuelca en una desesperación absurda a la búsqueda de una salida que me haga abandonar mi actual y simple vida. Qué coño hago aquí y Cuántos años de vida desperdiciados, son las dos preguntas que más formula mi mente enfermiza de envidia sana. En ese momento no se desea lo del prójimo, ni siquiera se ansía su suerte. En ese momento solo se piensa en la vida de mierda que llevas o en la mierda de vida que te gustaría vivir, que para el caso es lo mismo.

Me siento y empiezo a recopilar posibles estrategias a usar para salir de donde estoy, para escapar de la vida que no me pertenece y vivir la que deseo. Me siento y decido iniciar la campaña que me dará a conocer a las masas y que hará saber de mí, de mi valía ignorada durante años. Entonces, arrastrado por mi suerte, me levanto en un golpe de claridad y me doy cuenta, desengañado, que ya hace años que inicié esa cruzada, que no es más que el enviciado recurso que he usado para lograr lo que deseo y que aún no ha llegado. Me siento, y abatido, me reconforto en la idea de que tampoco me van tan mal las cosas, aunque indudablemente podrían ir mejor (reflexión que hasta el rico se hace).

Ya tumbado me propongo a continuar adelante, sin descanso, a golpe de ingenio y pesadez, sintiendo el día en que lograré lo que siempre e deseado. Mi rostro, entonces, esboza una jocosa sonrisa al recordar la felicidad de mi amigo y mi envidia sana me dice que eso también ayuda a vivir mejor. Ya duermo y mi conciencia casi inconsciente me recuerda que hay ropa que tender.

Jesus Díaz

22 septiembre 2006

El Honrado Menester de la Coprofilia


Mis bienaventurados imbéciles. Bien es conocida la expresión: “deja de remover la mierda, que huele”, pero hay algunos obsesivos y pobres de corazón en este país que han llegado a la coprofilia.

El 11 de marzo de 2004 este país perdió la vida, sin más, arrancada de cuajo, en un sinsentido que nunca llegaremos a entender racionalmente. De este hecho, además del dolor, se deduce claramente que jamás se ha de insinuar, ni levemente, la culpabilidad de quien nos gobierna en una masacre de tal envergadura. Nunca, eso resultaría el mayor desprecio democrático. Siempre hemos de pedir explicaciones sobre lo ocurrido, es un deber moral para nosotros y un deber de conciencia para aquellos que nos gobiernan. Pero la conciencia se pierde. En días posteriores al atentado, de todos es sabido y así a quedado demostrado, como el gobierno mintió, o ocultó parte de la verdad en beneficio a la posibilidad de triunfo electoral del día 14, evitando así que recordáramos su implicación en la guerra de Irak y la posibilidad de causa-efecto con la masacre. Que mintió, es un hecho, la razón de tal mentira, es una simple especulación. Solo aquellos que mentían sabían por que lo hacían. Evidente es, del mismo modo, que el partido de la oposición aprovechara el famélico error del gobierno en creer que sus ciudadanos eran imbéciles, en beneficio de un triunfo electoral que logró, para desgracia de muchos y alegría de otros tantos. A estas alturas de periplo moral no sabría decirles que resulta más escandaloso, si mentir a 45 millones de ciudadanos heridos de muerte o aprovechar la mentira para sacar la verdad y alcanzar el poder. Eso lo dejo a tu elección, yo ya tomé la mía.

A día de hoy y desde el mismo día de los atentados, un juez, un juzgado y todas las fuerzas de seguridad del estado se encuentran inmersas en la investigación del atentado, que muestra, aún más si cabe, el error de la falacia. Hoy son muchos los que no reconocen y rechazan esa investigación, los que creen en la existencia una cruzada en contra de un partido que se acerca el extremo y que ha llegado a creerse sus propias mentiras. A día de hoy, muchos coprófagos intentan mantener la tesis de la mentira, creyendo que quienes los escuchan no son más que marionetas y seguidores sectarios de unos bolcheviques radiofónicos y periodísticos que pretenden tomar el país a base de enfrentamiento, mentiras, pagos a dudosos confidentes y verdades a medias que no hacen más que confirmar lo rancio de algunos y la mentira de una oposición que no es capaz de asumir que son los únicos culpables de su derrota, que ha cometido errores imperdonables para esta sociedad y que la única conspiración que existe es la que su quijotesca mente inventa a golpe de “mundo” y “cope”

Muchos en este cansado país no hacen más que remover la mierda al encuentro de una verdad que no existe, de una verdad que solo pretende el consuelo de los derrotados y no de los asesinados. Una verdad inventada, una mentira más. Muchos en este cansado país han decidido dedicar su tiempo libre al honrado menester de la coprofilia.

Jesús Díaz

16 septiembre 2006

Todos Somos Porno

Mis adorables imbéciles. Esta semana he amanecido cansado, enfermo de monotonía. Eso me afecta, y esta vez fue al tracto digestivo al que le tocó pagar las consecuencias de mi aburrimiento. Simplemente, mi intestino decidió no absorber más agua, así que imaginen la consecuencia. Mi mente se colapsó y no lograba descifrar lo que quería trasladaros esta semana. El tiempo se te agota Jesús.

Esta mañana me levanté con la noticias del enfrentamiento entre los dos principales periódicos del país. Se veía venir, tanta mierda acaba por oler, tanta mentira acaba por salir a la luz. Mientras ojeaba las ediciones digitales de ambos periódicos mi falta de previsión me hizo entrar en el Messenger con total disponibilidad y sin prever que mi presencia alertaba a algún “amigo ínter nauta”. Marca mi atención con un “hola” y mi retraso en responder es correspondido con un zumbido insonoro, debido a la ausencia de altavoces. Pero lo veo. Así comienza una conversación con alguien que ni se quien es. Es la comunicación a ciegas. Respondo a su iniciativa con un “hola” y su rápida respuesta no me deja volver a mi interesante lectura. “¿Qué haces?”, me pregunta, por decir algo, para romper el hielo e iniciar una cadena de palabras cortas y monosílabos sin sentido. “Aquí en casa, bajando películas”, es mi falsa respuesta. Entonces llega la sobada réplica. “¿porno? “, seguida de unas risas jocosas y un icono gestual sin sentido que me hace ver que poco puedo hacer por salvarle de la estupidez. La contrarréplica es un “sí”, en mayúsculas, sin esconder nada, como si bajar películas pornográficas fuera considerado un bien de interés nacional y cultural, algo que por otro lado, no me atreveré a poner en duda. Mi interlocutor calla, piensa como continuar el plan que yo acabo de sabotear. Entonces se decide y solo tiende a decir “que bien tío, pero no me van”. Fin de la conversación. No volvió a molestarme más. ¿No me van?, ¿que coño significa eso?. Acababa de pasar de ser un lector de periódicos a un “guarro” visionador de películas porno. En sólo cinco minutos, todo un reto. Me reí, no pude evitarlo.

Entonces pensé en el porno, en las penetraciones, las mamadas, las folladas y todas las palabras con imágenes que se podían visionar en una película de ese género. Dejé de hacerlo, pensar en ello me producía un grato efecto, pero innecesario en ese momento. No había tiempo y mi “zurda” acababa de despertar. Me pregunté en el “falso” rechazo generalizado que produce esas películas en la sociedad. Falso, porque todos dicen no verlas y todos la han visto. Falso, porque todos dicen no necesitarlo y todos han recurrido a ellas por necesidad. Falso porque el porno es una delicia, aunque sea porno. El arte de la pornografía ni denigra, ni insulta ni corrompe. El arte de la pornografía excita, divierte, consume el deseo. El porno me hizo perder una posible grata conversación pero esa misma conversación me hizo ver lo simples que somos y lo cobardes que podemos llegar a ser por mantener una podrida y rancia apariencia. En la intimidad, todos somos porno. Comparte tus gustos, tal vez te diviertas. ¿Por qué no hacerlo?

Esta mañana me compré en ebay una camiseta que reza: “yo veo cine porno, ¿te apunas?”

Jesús Díaz

07 septiembre 2006

Me gusta tomar postre

Hoy, mis queridos imbéciles, removamos conciencias. Un calluco, dos callucos, tres callucos y mi amigo me dice que no hace un viaje en crucero porque se marea. Es ley de vida señores. El rico no soporta el balanceo de un barco casi insumergible y el pobre reza porque el mareo sea lo peor que le pase en su crucero, a bordo de una barcaza de madera, más que sumergible, y en la que achicar agua resulta el mejor de los pasatiempos.

Almuerzo cada día acompañado de cientos de inmigrantes desesperados y me pregunto la razón por la que se permiten despiadado viaje. Yo no lo haría. Pero tener una copa de tiramisú como postre es una muestra evidente de mi negativa a hacerlo. No tengo esa necesidad. Y la necesidad es la única respuesta. Ellos viajan arriesgando todo lo que la vida les ha dado, que es poco, para tener algo más de lo que ya tienen, que es nada. Huyen de la miseria como nosotros lo hacemos del conformismo. Les aseguro que en su pellejo, también lo haríamos.

Me pregunto entre cucharada y cucharada del delicioso postre que razón les atrae a querer vivir nuestras vidas. La vida en este país no es penosa, no se vive mal, pero reconozcamos que nos gustaría vivir mejor. Cuanto más se tiene, más se quiere. Cuando no se tiene nada, todo se arriesga y nada se teme perder. Supongo que para ellos mantenerse con vida ya es lograr algo y nuestras vidas a través de sus cansados ojos es más de lo que habrían soñado nunca. No creo en el efecto llamada, eso es una falacia. Cuando uno corre de desesperación para huir de la miseria en la que vive no se detiene a pensar hacia donde va, solo que se va de donde no es posible vivir. Cualquier lugar es mejor.

La inmigración enriquece, enriquece social y culturalmente el día a día de un país. Pero su descontrol empobrece aún más las agotadas vidas de los que emigran y enriquecen la equivocada idea de un mundo mejor.
Terminando mi postre me recuerdan el número de muertos que flotan en las aguas del Atlántico y me pregunto como evitar lo que a día de hoy parece inevitable. El problema no radica aquí, el problema nace allí de donde vienen, del lugar donde encuentran la miseria y alimentan la desesperación de huída, donde surge de la imposibilidad de supervivencia y la desesperación por sobrevivir. La solución, nada fácil, conduce a desterrar todo ese espanto y desesperación. Hacerles ver que la huida no conduce a una vida mejor, que a largo plazo es un engaño para sus esperanzas y cuando la esperanza se pierde uno ya está muerto, flote o no en el atlántico. Difícil misión, pero no imposible.

Acabo mi postre y su intenso sabor me dura toda la tarde. Solo pienso en volver a almorzar para saborearlo de nuevo. Lo mejor es que se que lo haré. Y mi amigo dice que no hace un crucero porque se marea.

Jusus Díaz