31 octubre 2006

Una Mudanza de Cojones

Como bien habeis podido ver desde hace uno días el antiguo elixisTV no funciona, tranquilos, que nadie muera de inquietud ni desasosiego, solo nos hemos mudado. Nos hemos ido a otro servidor más moderno, con más posibilidades y mejor. Alli seguimos con más fuerza que nunca y con muchas e interesantes novedades. La nueva dirección de elixisTV es esta de abajo. No dejen de visitarnos, disculpas por el cambio y añadannos a Favoritos de su explorador.

NUEVA WEB DE ELIXISTV


18 octubre 2006

Madrid: 39 horas y 23 minutos

Todas las fotos del viaje podeis verlas
desde AQUI y os ayudarán a ilustrar
todo el relato

Seis horas de viaje rodeado de extraños da mucho que pensar, más de lo que la mente humana debería. Decidí dormir durante las primeras horas del trayecto, principalmente porque el paisaje que se me ofrecía era una muestra repetitiva del que dejaba atrás y la película que nos pretendía animar el viaje suponía un insulto a mi poca integridad cinéfila. Morfe
o me mantuvo durante dos horas y media. Ya despierto, los amplios campos de castilla. El resto del viaje se me hizo desesperante, a merced del besuqueo continuo y empalagoso de una pareja. Los “muac!!” se me hacían insoportables, pero dejé que continuaran demostrando su amor, a ellos y al resto de los viajeros.



Son las 14:45. La estación Sur es un hervidero de gente. Despedidas, reencuentros, idas y venidas. Un orden caótico. Me siento como en un punto de encuentro mundial, perdido. Kike me espera en la puerta principal, bajo el sol de un Madrid que pisaba por primera vez y que me hacía sentir como un don nadie, como aquel que llega por primera vez a la gran ciudad. No me avergüenza reconocerlo, mi persona estaba a punto de descubrir la grandiosidad de la capital, tal como hacía Paco Martínez Soria. Mi amigo me hace ver que ese sentimiento es común a todo el que visita la ciudad por primera vez y lo hace en sucesivas ocasiones. Parece ser que yo no soy el único impresionable. Hay que aprovechar el tiempo que se nos viene encima y es caer del autobús y empezar con el turismo.

Primera parada, Plaza de España. La estatua en honor a Cervantes me hace sentir como mi amigo Isco me susurraal oído que el quijote es la obra cumbre de la literatura mundial. Parece ser que no sería el único impresionable.

Gran Vía. Intento mostrar indiferencia, pero la impresionante avenida repleta de cines y teatros me deja perplejo. Me siento como el Tío Gilito nadando en monedas. No se donde mirar, no se que hacer, solo sé usar la cámara de fotos. A cada minuto aumenta mi parecido con un nipón, mis ojos están a punto de rasgarse por completo.

La Puerta del sol, el punto cero, el afamado cartel publicitario de Tío Pepe y los balcones más caros del país, desde donde cada fin de año el presentador de turno nos confunde con los cuartos, me parecen tan cercanos que tengo la sensación de haber pasado allí toda mi vida. Un oso erguido sobre un árbol…¿de qué demonios me suena eso?

La Plaza Mayor me deja sin palabras, además de por ser una maravilla, por lo caro que esta el café( pensaba que te lo serviría el propio Juan Baldés). Salimos por unas de sus puertas y charlando de lo “bien” que nos va la vida y lo aburrida que es, alcanzamos la Almudena y el Palacio Real. En un vistazo, como un turista más. Mi llegada ya ha tenido recompensa y de camino a casa me doy de bruces con el Senado. Agradable sorpresa, ya que me demuestra la existencia de tal institución, al menos recreada en un edificio. Soy como un reportero del CQC, pena que no alcanzara a ningún senador.

Hay que recoger a Bárbara en el hospital La Paz y la noche ya se nos echa encima. La oscuridad me deja ver la grandiosidad de alguno de sus edificios más modernos, construidos, como las famosas Torres Quio, que parecen caer sobre el asfalto, y en construcción, como los que se encuentran en los antiguos terrenos deportivos del Real Madrid. Vamos de tapeo, por que en Madrid también se tapea, a un elevado precio, pero también se tapea. La zona se llama la Latina.

“Bárbara, este capullo quiere ir a chueca, seguro”, dice mi graciosillo amigo entre sonrisas maliciosas y cómplices. “Sí, claro que me apetece ir a tomar algo a chueca, no pienso irme de esta ciudad sin hacerlo. ¿Qué pensaría Juanlu de mi?”. Y a Chueca fuimos. Y he de reconocer que habría necesitado mucho más tiempo para sacar una favorable conclusión respecto a la zona gay por excelencia del país. Supongo que ese será un buen motivo para volver. Eso sí, a cada paso un restaurante, uno para cada día del año y uno más para el año bisiesto. Me encanta.

Son las 4 de la mañana y el precio de la bebida no nos permite estar más ebrios. Creo que ya es hora de volver a casa. Encaminamos nuestro paso hacia Cibeles. Pasan media hora de las cuatro de la madrugada y el tráfico es tan intenso que parece hora punta. En Madrid siempre lo es. Las calles son una marabunta de gente, cual hormigas hacia un gran hormiguero. El edificio de correos, precedido por la diosa, es de los más hermosos que he visto en mi vida. Volvemos a casa, la noche es fría y el día que ya se avecina se denota igual de intenso.

Bárbara trabaja a mediodía por lo que el invitado almuerza en casa con la pareja. Situación que aprovechan los recién casados para reprobar mi falta de asistencia a la boda. Reproche que aderezan con fotos y video. Me lo merezco. Pero me gratifica verles felices.


La propuesta de la tarde es bien simple. Damos una vuelta por el barrio de Chueca y lo que por la noche era una zona de marcha se convierte ahora en el mejor lugar para disfrutar de la tarde. Pedir un café con hielo se hace complicado, no todo iba a ser tan fácil. Salimos de chueca y nos cruzamos con un imponente edificio, sede del Instituto Cervantes. Vamos por el paseo del Prado, dirección a Neptuno, Dios del mar, flanqueado por el museo thyssen-Bornemisza, museo del Prado y los Hoteles Palace y Ritz, el Madrid monumental. A lo lejos puedo ver la estación de Atocha y en mi memoria aquellos que ya no están. El paseo de esa tarde se me acumula en los pies, no hay momento para el descanso. Son pocas horas, pero aprovechadas al máximo.

Madrid es cosmopolita, multicultural y racial, de eso no cabe duda. Pasear por sus calles es como hacerlo por las de otros países y a cada paso tus rasgos se hacen cada vez menos comunes. Es muchas ciudades en una, es la gran ciudad.
Mi última noche se reduce a cenar en un restaurante poco común, de paredes acolchadas y tenue luz anaranjada. Restaurante que nunca olvidarás porque es al que llevarás a los amigos una vez que vuelvas a Madrid.

Ya es lunes. Salgo a las nueve de la mañana de la Estación Sur y me pierde un sentimiento de rabia por no disponer de más tiempo. Siento que me he perdido mucho de esta ciudad, pero ya me he ganado parte de ella y ella me ha ganado a mí. Si viviera allí, lo haría por encima de mis posibilidades y eso es algo que no me puedo permitir. Todo lo que buscas está en Madrid y no es un eslogan publicitario.

Me esperan otras seis horas de viaje y lo hago prácticamente solo, aferrado a la idea de volver pronto, de volver a pecar de impresionable y sentir que soy dueño de Madrid. 39 horas y 23 minutos pisando esta ciudad me ha sabido a mucho y ahora necesito más. Necesito sentir como Madrid se prepara para mi nueva visita y me recibe como sabe hacerlo, como en “Bienvenido Mr. Marshall”, a lo grande, tal y como es.

Jesus Díaz

05 octubre 2006

El chantaje de la Paz

Mis queridos imbéciles, como duele, ¿verdad?. Dicen por ahí que existe un diálogo con la banda terrorista ETA. Dicen que uno de los interlocutores del diálogo ha cedido cobardemente al chantaje del otro. Dicen, eso es todo.

Si mi retorcida memoria no me falla he vivido con la misma esperanza dos procesos de diálogo, dos procesos con colores políticos bien diferenciados. En ambos casos la noticia de una tregua, permanente, indefinida, en cubierta, calificada al gusto del intérprete, la he recibido con una alegría contenida y esperanzadora, con una sensación de cautela y sin miedo a equivocarme por haber tenido esperanza.

Cuando se cierne sobre esta atormentada sociedad tal oportunidad de paz, la razón humana no tiene más camino, además que el de la esperanza, que el que va hacia adelante. No se puede dar marcha atrás. ¿ Quién puede atreverse a considerar la posibilidad de tomar atajos o cambios de sentido?.

Cuando se acepta iniciar un diálogo se hace sin condiciones previas, sin imposiciones. Cuando se acepta el reto de aliviar el terror se hace con la conciencia y la ley en la mano, sin perdón para los condenados, sin remisión de culpa para el encarcelado. Cuando se dialoga, el asesino sigue siendo lo que es, y su víctima cae en el riesgo y la desgracia de ser aún más víctima. Éste es un riesgo a afrontar pero jamás a permitir, bajo ningún concepto.

Complicada situación la que se nos presenta, larga, de difícil solución, enconada es la palabra. Situación que enfrenta, desune, contenta a algunos y entristece a otros. Humanos todos. Pero todo puede empeorar e indudablemente se hace méritos para ello. La oposición, en su continuo alarde de inteligencia, se niega a buscar la paz, así de simple, con la naturalidad que les caracteriza. Para justificar su posición acusa al estado de aceptar y rendirse al chantaje de los asesinos. Enumérenme en que consiste el chantaje, mi analfabetismo me impide contar y ver más allá. Y resulta ridículo, hasta el absurdo, el alarde de amnesia crónica que les invade cada vez que se les antoja. El anterior gobierno dialogó, cedió al acercamiento de presos y cambió el término de ETA por el biensonante Movimiento Nacional de Liberación Vasco, y todo para lograr el mismo objetivo. Pero eso, mis imbéciles, no es ceder al chantaje, eso se llama mover ficha, mover ficha con el apoyo de los representantes parlamentarios de cuarenta y cinco millones de ciudadanos hambrientos de paz. El chantaje aparece cuando desaparece el apoyo, pero entonces ellos estaban arropados por la oposición, así que no existía tal chantaje. Ahora no es así y la claudicación del estado ante el Movimiento Nacional de Liberación Vasco es un echo, indemostrable, pero un echo. No hay nada más vergonzoso que trabar un proyecto por el simple deseo de ser el firmante del mismo.

Siento el temor, la incertidumbre, el dolor y el rechazo de las víctimas a un diálogo con sus verdugos. Puedo hasta alcanzar la terrible sensación que les invade el pensar tener que dar perdón a lo imperdonable, algo que jamás sucederá. Pero también siento el dolor de la próxima víctima, y me niego a sentir ese dolor. En este proceso solo hay un vencido y millones de vencedores.

Solo quiero levantarme una mañana, mirar por la ventana y saber que no habrá más dolor, solo eso. Concédeme simplemente eso.

Jesús Díaz

29 septiembre 2006

Bendita Envidia Sana


Bienaventurados mis imbéciles porque hoy es el día. Que mala que dicen que es la envidia y que poca razón tienen aquellos que sufren al tenerla.

Hace algunos días me llamó un amigo, de esos de los que no puedes huir jamás porque se han convertido en una parte de tí. Me llamó con emoción, alertado por una alegría y nerviosismo incontenido, solo para decirme que iba a cubrir una vacante de profesor en Sevilla. Cuando descolgué el teléfono ya me invadía la alegría de saber para que me llamaba. Me hizo esbozar la sonrisa que llevaba buscando toda la mañana y que me había arrancado el dolor de cabeza. Menudos maravillosos cinco minutos que me hizo pasar. Al colgar, la sensación de alegría fue dejando un hueco a eso que llaman envidia, a esa que califican como sana y que nunca desaparece de nuestra vida por muy bien que esta vaya. En ese momento el dolor de cabeza vuelve a arrancar de mi rostro la sonrisa lograda por mi amigo y mi conciencia se vuelca en una desesperación absurda a la búsqueda de una salida que me haga abandonar mi actual y simple vida. Qué coño hago aquí y Cuántos años de vida desperdiciados, son las dos preguntas que más formula mi mente enfermiza de envidia sana. En ese momento no se desea lo del prójimo, ni siquiera se ansía su suerte. En ese momento solo se piensa en la vida de mierda que llevas o en la mierda de vida que te gustaría vivir, que para el caso es lo mismo.

Me siento y empiezo a recopilar posibles estrategias a usar para salir de donde estoy, para escapar de la vida que no me pertenece y vivir la que deseo. Me siento y decido iniciar la campaña que me dará a conocer a las masas y que hará saber de mí, de mi valía ignorada durante años. Entonces, arrastrado por mi suerte, me levanto en un golpe de claridad y me doy cuenta, desengañado, que ya hace años que inicié esa cruzada, que no es más que el enviciado recurso que he usado para lograr lo que deseo y que aún no ha llegado. Me siento, y abatido, me reconforto en la idea de que tampoco me van tan mal las cosas, aunque indudablemente podrían ir mejor (reflexión que hasta el rico se hace).

Ya tumbado me propongo a continuar adelante, sin descanso, a golpe de ingenio y pesadez, sintiendo el día en que lograré lo que siempre e deseado. Mi rostro, entonces, esboza una jocosa sonrisa al recordar la felicidad de mi amigo y mi envidia sana me dice que eso también ayuda a vivir mejor. Ya duermo y mi conciencia casi inconsciente me recuerda que hay ropa que tender.

Jesus Díaz

22 septiembre 2006

El Honrado Menester de la Coprofilia


Mis bienaventurados imbéciles. Bien es conocida la expresión: “deja de remover la mierda, que huele”, pero hay algunos obsesivos y pobres de corazón en este país que han llegado a la coprofilia.

El 11 de marzo de 2004 este país perdió la vida, sin más, arrancada de cuajo, en un sinsentido que nunca llegaremos a entender racionalmente. De este hecho, además del dolor, se deduce claramente que jamás se ha de insinuar, ni levemente, la culpabilidad de quien nos gobierna en una masacre de tal envergadura. Nunca, eso resultaría el mayor desprecio democrático. Siempre hemos de pedir explicaciones sobre lo ocurrido, es un deber moral para nosotros y un deber de conciencia para aquellos que nos gobiernan. Pero la conciencia se pierde. En días posteriores al atentado, de todos es sabido y así a quedado demostrado, como el gobierno mintió, o ocultó parte de la verdad en beneficio a la posibilidad de triunfo electoral del día 14, evitando así que recordáramos su implicación en la guerra de Irak y la posibilidad de causa-efecto con la masacre. Que mintió, es un hecho, la razón de tal mentira, es una simple especulación. Solo aquellos que mentían sabían por que lo hacían. Evidente es, del mismo modo, que el partido de la oposición aprovechara el famélico error del gobierno en creer que sus ciudadanos eran imbéciles, en beneficio de un triunfo electoral que logró, para desgracia de muchos y alegría de otros tantos. A estas alturas de periplo moral no sabría decirles que resulta más escandaloso, si mentir a 45 millones de ciudadanos heridos de muerte o aprovechar la mentira para sacar la verdad y alcanzar el poder. Eso lo dejo a tu elección, yo ya tomé la mía.

A día de hoy y desde el mismo día de los atentados, un juez, un juzgado y todas las fuerzas de seguridad del estado se encuentran inmersas en la investigación del atentado, que muestra, aún más si cabe, el error de la falacia. Hoy son muchos los que no reconocen y rechazan esa investigación, los que creen en la existencia una cruzada en contra de un partido que se acerca el extremo y que ha llegado a creerse sus propias mentiras. A día de hoy, muchos coprófagos intentan mantener la tesis de la mentira, creyendo que quienes los escuchan no son más que marionetas y seguidores sectarios de unos bolcheviques radiofónicos y periodísticos que pretenden tomar el país a base de enfrentamiento, mentiras, pagos a dudosos confidentes y verdades a medias que no hacen más que confirmar lo rancio de algunos y la mentira de una oposición que no es capaz de asumir que son los únicos culpables de su derrota, que ha cometido errores imperdonables para esta sociedad y que la única conspiración que existe es la que su quijotesca mente inventa a golpe de “mundo” y “cope”

Muchos en este cansado país no hacen más que remover la mierda al encuentro de una verdad que no existe, de una verdad que solo pretende el consuelo de los derrotados y no de los asesinados. Una verdad inventada, una mentira más. Muchos en este cansado país han decidido dedicar su tiempo libre al honrado menester de la coprofilia.

Jesús Díaz

16 septiembre 2006

Todos Somos Porno

Mis adorables imbéciles. Esta semana he amanecido cansado, enfermo de monotonía. Eso me afecta, y esta vez fue al tracto digestivo al que le tocó pagar las consecuencias de mi aburrimiento. Simplemente, mi intestino decidió no absorber más agua, así que imaginen la consecuencia. Mi mente se colapsó y no lograba descifrar lo que quería trasladaros esta semana. El tiempo se te agota Jesús.

Esta mañana me levanté con la noticias del enfrentamiento entre los dos principales periódicos del país. Se veía venir, tanta mierda acaba por oler, tanta mentira acaba por salir a la luz. Mientras ojeaba las ediciones digitales de ambos periódicos mi falta de previsión me hizo entrar en el Messenger con total disponibilidad y sin prever que mi presencia alertaba a algún “amigo ínter nauta”. Marca mi atención con un “hola” y mi retraso en responder es correspondido con un zumbido insonoro, debido a la ausencia de altavoces. Pero lo veo. Así comienza una conversación con alguien que ni se quien es. Es la comunicación a ciegas. Respondo a su iniciativa con un “hola” y su rápida respuesta no me deja volver a mi interesante lectura. “¿Qué haces?”, me pregunta, por decir algo, para romper el hielo e iniciar una cadena de palabras cortas y monosílabos sin sentido. “Aquí en casa, bajando películas”, es mi falsa respuesta. Entonces llega la sobada réplica. “¿porno? “, seguida de unas risas jocosas y un icono gestual sin sentido que me hace ver que poco puedo hacer por salvarle de la estupidez. La contrarréplica es un “sí”, en mayúsculas, sin esconder nada, como si bajar películas pornográficas fuera considerado un bien de interés nacional y cultural, algo que por otro lado, no me atreveré a poner en duda. Mi interlocutor calla, piensa como continuar el plan que yo acabo de sabotear. Entonces se decide y solo tiende a decir “que bien tío, pero no me van”. Fin de la conversación. No volvió a molestarme más. ¿No me van?, ¿que coño significa eso?. Acababa de pasar de ser un lector de periódicos a un “guarro” visionador de películas porno. En sólo cinco minutos, todo un reto. Me reí, no pude evitarlo.

Entonces pensé en el porno, en las penetraciones, las mamadas, las folladas y todas las palabras con imágenes que se podían visionar en una película de ese género. Dejé de hacerlo, pensar en ello me producía un grato efecto, pero innecesario en ese momento. No había tiempo y mi “zurda” acababa de despertar. Me pregunté en el “falso” rechazo generalizado que produce esas películas en la sociedad. Falso, porque todos dicen no verlas y todos la han visto. Falso, porque todos dicen no necesitarlo y todos han recurrido a ellas por necesidad. Falso porque el porno es una delicia, aunque sea porno. El arte de la pornografía ni denigra, ni insulta ni corrompe. El arte de la pornografía excita, divierte, consume el deseo. El porno me hizo perder una posible grata conversación pero esa misma conversación me hizo ver lo simples que somos y lo cobardes que podemos llegar a ser por mantener una podrida y rancia apariencia. En la intimidad, todos somos porno. Comparte tus gustos, tal vez te diviertas. ¿Por qué no hacerlo?

Esta mañana me compré en ebay una camiseta que reza: “yo veo cine porno, ¿te apunas?”

Jesús Díaz

07 septiembre 2006

Me gusta tomar postre

Hoy, mis queridos imbéciles, removamos conciencias. Un calluco, dos callucos, tres callucos y mi amigo me dice que no hace un viaje en crucero porque se marea. Es ley de vida señores. El rico no soporta el balanceo de un barco casi insumergible y el pobre reza porque el mareo sea lo peor que le pase en su crucero, a bordo de una barcaza de madera, más que sumergible, y en la que achicar agua resulta el mejor de los pasatiempos.

Almuerzo cada día acompañado de cientos de inmigrantes desesperados y me pregunto la razón por la que se permiten despiadado viaje. Yo no lo haría. Pero tener una copa de tiramisú como postre es una muestra evidente de mi negativa a hacerlo. No tengo esa necesidad. Y la necesidad es la única respuesta. Ellos viajan arriesgando todo lo que la vida les ha dado, que es poco, para tener algo más de lo que ya tienen, que es nada. Huyen de la miseria como nosotros lo hacemos del conformismo. Les aseguro que en su pellejo, también lo haríamos.

Me pregunto entre cucharada y cucharada del delicioso postre que razón les atrae a querer vivir nuestras vidas. La vida en este país no es penosa, no se vive mal, pero reconozcamos que nos gustaría vivir mejor. Cuanto más se tiene, más se quiere. Cuando no se tiene nada, todo se arriesga y nada se teme perder. Supongo que para ellos mantenerse con vida ya es lograr algo y nuestras vidas a través de sus cansados ojos es más de lo que habrían soñado nunca. No creo en el efecto llamada, eso es una falacia. Cuando uno corre de desesperación para huir de la miseria en la que vive no se detiene a pensar hacia donde va, solo que se va de donde no es posible vivir. Cualquier lugar es mejor.

La inmigración enriquece, enriquece social y culturalmente el día a día de un país. Pero su descontrol empobrece aún más las agotadas vidas de los que emigran y enriquecen la equivocada idea de un mundo mejor.
Terminando mi postre me recuerdan el número de muertos que flotan en las aguas del Atlántico y me pregunto como evitar lo que a día de hoy parece inevitable. El problema no radica aquí, el problema nace allí de donde vienen, del lugar donde encuentran la miseria y alimentan la desesperación de huída, donde surge de la imposibilidad de supervivencia y la desesperación por sobrevivir. La solución, nada fácil, conduce a desterrar todo ese espanto y desesperación. Hacerles ver que la huida no conduce a una vida mejor, que a largo plazo es un engaño para sus esperanzas y cuando la esperanza se pierde uno ya está muerto, flote o no en el atlántico. Difícil misión, pero no imposible.

Acabo mi postre y su intenso sabor me dura toda la tarde. Solo pienso en volver a almorzar para saborearlo de nuevo. Lo mejor es que se que lo haré. Y mi amigo dice que no hace un crucero porque se marea.

Jusus Díaz

31 agosto 2006

No sé pensar si no te veo

Hoy me he levantado y he decidido dejar de martillear mi mente con juicios de valor y comentarios mundanos e insustanciales. Hoy no os llamaré imbéciles, porque cada uno sabe lo que es. Hoy al levantarme he sentido que los días ya no serán igual, que la rutina de mi vida se hará aún más rutina. Hoy me he levantado triste y agotado.

Al despertar me he preguntado enfurecido el por qué de esa necesidad innata de dependencia hacia algún semejante. Dependencia que se convierte en una necesidad vital a base de una simbiosis afectiva. Supongo que es necesaria para vivir y sobrevivir a la infelicidad. Cuando conoces a alguien nunca te planteas que a largo plazo la persona que tienes ante ti se pueda convertir en una pieza indispensable de tu vida y tu supervivencia. Que compartirás con ella momentos que no querrías compartir con nadie más, que llorarás hasta desfallecer sin que te falte su consuelo y reirás deseando volver ha hacerlo cada día. Te levantas cada mañana saboreando su compañía, sabiendo que si caes, estará ahí para amortiguar tu caída, que si cae, estarás tú para evitarlo. Te levantas sabiendo que no estás perdido, que vives porque alguien decide desvivirse para ello.

Y llega un día en el que la vida te planta un revés y decide que desde ese instante has de vivir con independencia, arrancando de raíz la “costumbre” diaria de estar a su lado y compartir todo lo que se te antoja, de apoyarte sobre su amistad sin miedo a caer en desgracia y sabiendo que es de lo mejor que te ha pasado en la vida. Así descubres que será difícil tenerle lejos, que has de sobrevivir con fines de semanas y llamadas telefónicas, pero sabes que nada más profundo va a cambiar, que a ese nivel todo va a mantenerse en calma, porque simplemente sería imposible quererle menos y difícilmente quererle más.

Hoy me he levantado triste y he recordado el inicio de una bonita canción: “No se pensar si no te veo, no se oír si no es tu voz…”. Hoy he de decirte que te echaré de menos, aunque eso sea decir poco.

Jesus Díaz