Una Mudanza de Cojones

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Si mi retorcida memoria no me falla he vivido con la misma esperanza dos procesos de diálogo, dos procesos con colores políticos bien diferenciados. En ambos casos la noticia de una tregua, permanente, indefinida, en cubierta, calificada al gusto del intérprete, la he recibido con una alegría contenida y esperanzadora, con una sensación de cautela y sin miedo a equivocarme por haber tenido esperanza.
Cuando se cierne sobre esta atormentada sociedad tal oportunidad de paz, la razón humana no tiene más camino, además que el de la esperanza, que el que va hacia adelante. No se puede dar marcha atrás. ¿ Quién puede atreverse a considerar la posibilidad de tomar atajos o cambios de sentido?.
Cuando se acepta iniciar un diálogo se hace sin condiciones previas, sin imposiciones. Cuando se acepta el reto de aliviar el terror se hace con la conciencia y la ley en la mano, sin perdón para los condenados, sin remisión de culpa para el encarcelado. Cuando se dialoga, el asesino sigue siendo lo que es, y su víctima cae en el riesgo y la desgracia de ser aún más víctima. Éste es un riesgo a afrontar pero jamás a permitir, bajo ningún concepto.
Complicada situación la que se nos presenta, larga, de difícil solución, enconada es la palabra. Situación que enfrenta, desune, contenta a algunos y entristece a otros. Humanos todos. Pero todo puede empeorar e indudablemente se hace méritos para ello. La oposición, en su continuo alarde de inteligencia, se niega a buscar la paz, así de simple, con la naturalidad que les caracteriza. Para justificar su posición acusa al estado de aceptar y rendirse al chantaje de los asesinos. Enumérenme en que consiste el chantaje, mi analfabetismo me impide contar y ver más allá. Y resulta ridículo, hasta el absurdo, el alarde de amnesia crónica que les invade cada vez que se les antoja. El anterior gobierno dialogó, cedió al acercamiento de presos y cambió el término de ETA por el biensonante Movimiento Nacional de Liberación Vasco, y todo para lograr el mismo objetivo. Pero eso, mis imbéciles, no es ceder al chantaje, eso se llama mover ficha, mover ficha con el apoyo de los representantes parlamentarios de cuarenta y cinco millones de ciudadanos hambrientos de paz. El chantaje aparece cuando desaparece el apoyo, pero entonces ellos estaban arropados por la oposición, así que no existía tal chantaje. Ahora no es así y la claudicación del estado ante el Movimiento Nacional de Liberación Vasco es un echo, indemostrable, pero un echo. No hay nada más vergonzoso que trabar un proyecto por el simple deseo de ser el firmante del mismo.
Siento el temor, la incertidumbre, el dolor y el rechazo de las víctimas a un diálogo con sus verdugos. Puedo hasta alcanzar la terrible sensación que les invade el pensar tener que dar perdón a lo imperdonable, algo que jamás sucederá. Pero también siento el dolor de la próxima víctima, y me niego a sentir ese dolor. En este proceso solo hay un vencido y millones de vencedores.
Solo quiero levantarme una mañana, mirar por la ventana y saber que no habrá más dolor, solo eso. Concédeme simplemente eso.
Etiquetas: ETA, paz 6 comentarios
Bienaventurados mis imbéciles porque hoy es el día. Que mala que dicen que es la envidia y que poca razón tienen aquellos que sufren al tenerla.
Hace algunos días me llamó un amigo, de esos de los que no puedes huir jamás porque se han convertido en una parte de tí. Me llamó con emoción, alertado por una alegría y nerviosismo incontenido, solo para decirme que iba a cubrir una vacante de profesor en Sevilla. Cuando descolgué el teléfono ya me invadía la alegría de saber para que me llamaba. Me hizo esbozar la sonrisa que llevaba buscando toda la mañana y que me había arrancado el dolor de cabeza. Menudos maravillosos cinco minutos que me hizo pasar. Al colgar, la sensación de alegría fue dejando un hueco a eso que llaman envidia, a esa que califican como sana y que nunca desaparece de nuestra vida por muy bien que esta vaya. En ese momento el dolor de cabeza vuelve a arrancar de mi rostro la sonrisa lograda por mi amigo y mi conciencia se vuelca en una desesperación absurda a la búsqueda de una salida que me haga abandonar mi actual y simple vida. Qué coño hago aquí y Cuántos años de vida desperdiciados, son las dos preguntas que más formula mi mente enfermiza de envidia sana. En ese momento no se desea lo del prójimo, ni siquiera se ansía su suerte. En ese momento solo se piensa en la vida de mierda que llevas o en la mierda de vida que te gustaría vivir, que para el caso es lo mismo.
Me siento y empiezo a recopilar posibles estrategias a usar para salir de donde estoy, para escapar de la vida que no me pertenece y vivir la que deseo. Me siento y decido iniciar la campaña que me dará a conocer a las masas y que hará saber de mí, de mi valía ignorada durante años. Entonces, arrastrado por mi suerte, me levanto en un golpe de claridad y me doy cuenta, desengañado, que ya hace años que inicié esa cruzada, que no es más que el enviciado recurso que he usado para lograr lo que deseo y que aún no ha llegado. Me siento, y abatido, me reconforto en la idea de que tampoco me van tan mal las cosas, aunque indudablemente podrían ir mejor (reflexión que hasta el rico se hace).
Ya tumbado me propongo a continuar adelante, sin descanso, a golpe de ingenio y pesadez, sintiendo el día en que lograré lo que siempre e deseado. Mi rostro, entonces, esboza una jocosa sonrisa al recordar la felicidad de mi amigo y mi envidia sana me dice que eso también ayuda a vivir mejor. Ya duermo y mi conciencia casi inconsciente me recuerda que hay ropa que tender.
Jesus DíazEtiquetas: amistad, envidia, trabajo 4 comentarios
El 11 de marzo de 2004 este país perdió la vida, sin más, arrancada de cuajo, en un sinsentido que nunca llegaremos a entender racionalmente. De este hecho, además del dolor, se deduce claramente que jamás se ha de insinuar, ni levemente, la culpabilidad de quien nos gobierna en una masacre de tal envergadura. Nunca, eso resultaría el mayor desprecio democrático. Siempre hemos de pedir explicaciones sobre lo ocurrido, es un deber moral para nosotros y un deber de conciencia para aquellos que nos gobiernan. Pero la conciencia se pierde. En días posteriores al atentado, de todos es sabido y así a quedado demostrado, como el gobierno mintió, o ocultó parte de la verdad en beneficio a la posibilidad de triunfo electoral del día 14, evitando así que recordáramos su implicación en la guerra de Irak y la posibilidad de causa-efecto con la masacre. Que mintió, es un hecho, la razón de tal mentira, es una simple especulación. Solo aquellos que mentían sabían por que lo hacían. Evidente es, del mismo modo, que el partido de la oposición aprovechara el famélico error del gobierno en creer que sus ciudadanos eran imbéciles, en beneficio de un triunfo electoral que logró, para desgracia de muchos y alegría de otros tantos. A estas alturas de periplo moral no sabría decirles que resulta más escandaloso, si mentir a 45 millones de ciudadanos heridos de muerte o aprovechar la mentira para sacar la verdad y alcanzar el poder. Eso lo dejo a tu elección, yo ya tomé la mía.
A día de hoy y desde el mismo día de los atentados, un juez, un juzgado y todas las fuerzas de seguridad del estado se encuentran inmersas en la investigación del atentado, que muestra, aún más si cabe, el error de la falacia. Hoy son muchos los que no reconocen y rechazan esa investigación, los que creen en la existencia una cruzada en contra de un partido que se acerca el extremo y que ha llegado a creerse sus propias mentiras. A día de hoy, muchos coprófagos intentan mantener la tesis de la mentira, creyendo que quienes los escuchan no son más que marionetas y seguidores sectarios de unos bolcheviques radiofónicos y periodísticos que pretenden tomar el país a base de enfrentamiento, mentiras, pagos a dudosos confidentes y verdades a medias que no hacen más que confirmar lo rancio de algunos y la mentira de una oposición que no es capaz de asumir que son los únicos culpables de su derrota, que ha cometido errores imperdonables para esta sociedad y que la única conspiración que existe es la que su quijotesca mente inventa a golpe de “mundo” y “cope”
Muchos en este cansado país no hacen más que remover la mierda al encuentro de una verdad que no existe, de una verdad que solo pretende el consuelo de los derrotados y no de los asesinados. Una verdad inventada, una mentira más. Muchos en este cansado país han decidido dedicar su tiempo libre al honrado menester de la coprofilia.
Jesús Díaz
Entonces pensé en el porno, en las penetraciones, las mamadas, las folladas y todas las palabras con imágenes que se podían visionar en una película de ese género. Dejé de hacerlo, pensar en ello me producía un grato efecto, pero innecesario en ese momento. No había tiempo y mi “zurda” acababa de despertar. Me pregunté en el “falso” rechazo generalizado que produce esas películas en la sociedad. Falso, porque todos dicen no verlas y todos la han visto. Falso, porque todos dicen no necesitarlo y todos han recurrido a ellas por necesidad. Falso porque el porno es una delicia, aunque sea porno. El arte de la pornografía ni denigra, ni insulta ni corrompe. El arte de la pornografía excita, divierte, consume el deseo. El porno me hizo perder una posible grata conversación pero esa misma conversación me hizo ver lo simples que somos y lo cobardes que podemos llegar a ser por mantener una podrida y rancia apariencia. En la intimidad, todos somos porno. Comparte tus gustos, tal vez te diviertas. ¿Por qué no hacerlo?
Esta mañana me compré en ebay una camiseta que reza: “yo veo cine porno, ¿te apunas?”
Al despertar me he preguntado enfurecido el por qué de esa necesidad innata de dependencia hacia algún semejante. Dependencia que se convierte en una necesidad vital a base de una simbiosis afectiva. Supongo que es necesaria para vivir y sobrevivir a la infelicidad. Cuando conoces a alguien nunca te planteas que a largo plazo la persona que tienes ante ti se pueda convertir en una pieza indispensable de tu vida y tu supervivencia. Que compartirás con ella momentos que no querrías compartir con nadie más, que llorarás hasta desfallecer sin que te falte su consuelo y reirás deseando volver ha hacerlo cada día. Te levantas cada mañana saboreando su compañía, sabiendo que si caes, estará ahí para amortiguar tu caída, que si cae, estarás tú para evitarlo. Te levantas sabiendo que no estás perdido, que vives porque alguien decide desvivirse para ello.
Y llega un día en el que la vida te planta un revés y decide que desde ese instante has de vivir con independencia, arrancando de raíz la “costumbre” diaria de estar a su lado y compartir todo lo que se te antoja, de apoyarte sobre su amistad sin miedo a caer en desgracia y sabiendo que es de lo mejor que te ha pasado en la vida. Así descubres que será difícil tenerle lejos, que has de sobrevivir con fines de semanas y llamadas telefónicas, pero sabes que nada más profundo va a cambiar, que a ese nivel todo va a mantenerse en calma, porque simplemente sería imposible quererle menos y difícilmente quererle más.
Jesus Díaz